Blogia

Culo veo... ¡culo quiero!

Antorchas pasadas por agua

Es alucinante la puñetera costumbre que tiene la gente de dar por saco a los demás cuando se quiere reivindicar algo. Tenía pensado escribir sobre ésto hasta que se me adelantó el Buenafuente. Ya se que no lo haré mejor que él, pero creo que el tema merece más de un repaso.

Me parece muy bien que lo manifiesten públicamente, pero éste tipo de acciones en plan "mosca cojonera" lo que hacen es avergonzar a los pobres portadores de antorchas olímpicas.Ya me los imagino. Ellos todo ilusionados con sus minutillos de gloria y resulta que se encuentran corriendo a trote cochinero, rodeados de tropecientos policías en bici, patines, skates y cualquier cosa que lleve ruedas. Menuda teleserie pueden sacar los americanos con los policías rodantes... ¡Coño!, ¡ya tenemos título! Estaría protagonizada por el Hasselhof y la Pamela Anderson...

 

 

Volviendo al tema... y tanto despliegue policial ¿para qué? Si cada tres por dos se cuela un friki-pirado con una pistolilla de agua de las tiendas de todo a un euro con la cruel intención de apagar la llama olímpica.
Porque eso es otra cosa: mucho protestar al gobierno chino, pero las pistolitas ¿dónde las fabrican? ¡pues eso!
El pobre atleta que ve su momento de gloria tristemente eclipsado por tanto policía "californiano" y encima tiene que aguantar que cuatro taraos le pongan perdido de agua. Y el "reivindicante" se sentirá tan orgulloso, que pensará: "el gobierno chino debe estar pasándolas putas gracias a mi heroica acción..." Cuando en realidad se estarán frotando las manos de satisfacción pensando en la publicidad gratuita que están consiguiendo. Van a vender más rifles de agua que en toda su vida. Y eso que estamos en abril, para cuando llegue el verano estarán agotados. O peor aún, lo mismo nos detienen al comprar uno para nuestros hijos pensando que tenemos intención de bicotear al gobierno chino.


Lo cierto es que me cabrean éstos métodos de protesta que lo único que hacen, es deslucir un acto e incomodar a la gente de a pie. Siento ser pesimista, pero mucho me temo que los chinos no abandonarán el Tibet porque la gente duche a los atletas. Llevamos años diciendo que los gatos desaparecen de los alrededores de sus restaurantes y que en sus bazares ni el papel higiénico es de fiar, y no parece importarles, así que veo jodido que capten la indirecta olímpica. No obstante espero que al menos, a los tibetanos les sirva de consuelo comprobar que el resto del mundo se preocupa por su situación.


Qué duda cabe, que las protestas pacíficas acaban dando resultado, pero depende de la presión que el colectivo pueda hacer. Por ejemplo, la huelga de funcionarios del juzgado que todos hemos sufrido. Está claro que no ha afectado mucho a los gobernantes, pero sin embargo nos ha hecho la puñeta a todos los españolitos de a pié. ¡Pero a todos! Mismamente el otro día, un abogado amigo mío me pidió dinero para tabaco. El tío tendrá la visa oro, la american express platino, la mastercard tungsteno, un Mercedes deportivo, un ático en la playa... pero dos meses con los procesos paralizados es mucho tiempo para poder mantener ese nivel de vida.
A los gobernantes no creo que éste tema les haya afectado mucho, siempre y cuando no estén implicados en la operación Malaya y estén pendientes de conseguir su libertad bajo fianza, claro.
Lo cierto es que aún estoy acojonado pensando en el momento en que tenga que ir al registro a inscribir mi futura hija... ¡a ver si tengo suerte!

De todas formas creo que hay otras clases de protesta igualmente eficientes y que incomodan menos al proletariado: eso de ir al Congreso y empezar a regalar naranjas, fresas o litros de leche, por ejemplo. Ahí, a dar por saco a los políticos, y el trabajador que llegue algo justito a fin de mes, se pasa por allí y se ahorra unos €urillos en la compra.
Claro, que es complicado extrapolar este estilo de protesta al problema del Tibet. Lo más similar sería plantarse en el congreso con un camión de antorchas y repartirlas entre los transeuntes.
Ya me imagino la comitiva escoltando la llama Olímpica, cuando de repente se topan con un grupo de jubilados arrastrando sus hachones humeantes; para más adelante ser adelantados por cuatro o cinco amas de casa enfundadas en batas de boatiné y enarbolando sus antorchas, cual estatuas de la libertad de andar por casa.
No se... a lo mejor no es buena idea. No quiero ni imaginarme la ciudad de París abarrotada de franceses con una cerilla de más de medio metro en las manos. Seguro que luego a algunos se les va la pinza y se lían a quemar cosas: al Sarkozy le puede dar algo. Y porque afortunadamente, no le ha dado a nadie por fabricarse un lanzallamas de usar y tirar, llenando de gasolina las dichosas pistolitas de agua para después, organizar una barbacoa con los atletas. Con ellos... ¡literalmente!

 


Espero que las protestas sirvan de algo, pero también reconozco que no deja de ser vergonzoso e incómodo el ver lo accidentado del recorrido del fuego de Olimpia. Aunque desde luego, reconozco que han conseguido que todos nos interesemos por el problema. No obstante reciban mi apoyo desde aquí, los sufridos portadores de antorchas que han visto su honrosa labor tan lamentablemente ensombrencida sin comerlo ni beberlo.

 

 

La Semana Santa manchega (I)

La Semana Santa manchega (I)

Me hago viejo y no me doy cuenta... me paso el día quejándome porque las cosas no son como lo eran antes. ¡Ahora con la Semana Santa!

Por razones "sentimentales" llevaba años disfrutando la Semana Santa de una distinguida localidad andaluza, plagada del fervor y espectacularidad típicos de la zona, gritos contundentes de los capataces, santos balanceados ó elevados sobre las cabezas de los costaleros entre aplausos y ovaciones del personal... pero lo cierto es que ya echaba un poco de menos la sobriedad castellana a la hora de representar la pasión de Cristo y por desgracia me he llevado más de una desilusión.

Recuerdo con cariño la procesión de Ramos que organizaba mi colegio: el viernes previo a las vacaciones repartían túnicas y coloridos disfraces de judíos para que los niños salieran acompañando al mesías el domingo por la mañana.
Esto ya promete una procesión variada, simpática y divertida, pero lo mejor era la borriquilla, que en aquellas procesiones era de las de verdad, osea: rebuznaba, movía las orejas, soltaba alguna que otra coz (afortunadamente sin víctimas), se orinaba en mitad de la calle, y todas esas cosas propias de pollinos.
Los apóstoles, Jesús, y Virgen María también eran de carne y hueso, y aunque no recuerdo que se hicieran pis, sí que solía haber entre ellos algún virtuoso de las onomatopeyas que soltaba algún rebuzno aislado para "animar" a la burra.
De todo la organización se encargaba el colegio de forma desinteresada: las túnicas de colores se repartían entre los niños más jóvenes, pero a unos cuantos afortunados de octavo de E.G.B. nos sacaban como "voluntarios" para encabezar la procesión formando un paso viviente.

El proceso de selección era exhaustivo: Todos nos probábamos la barba postiza de Jesús (hasta la que hacía de Vírgen María) para que el profesorado decidiera a quién le favorecía más. Una vez escogida la víctima que haría todo el camino en burra, el resto de las túnicas apostólicas eran repartidas a diestro y siniestro de acuerdo con las virtudes de los alumnos:
"-David, por cabroncete, que haga de Judas... Jose, por listillo, que haga de Pedro... Manolo por gordo, que haga de..."
Una vez finalizado el casting, el director del cole (D.E.P.) se encargaba de repartir ramos de olivo entre los más jóvenes; palmas entre los apóstoles y adultos que acompañaban a sus hijos; y bromas entre todos los que se acercaban por allí.
Todo ello sin dejar de prestar especial atención al sufrido "Mesías" que hacía esfuerzos sobrehumanos (ya que es el hijo del Señor...) para aguantarse más o menos erguido sobre su montura sin que se le torciera la barba.
Luego, conforme la procesión iba recorriendo calles, se le iban uniendo fieles, que arrancaban pequeñas trozos de las ramas de olivo que portaban los que ya formaban parte del acompañamiento.

La comitiva discurría alegre y resputuosa por las calles culminando en la iglesia de la Patrona, dónde ese día se celebraba una misa multitudinaria repleta de gente que no suele ir nunca, y acompañada de palmas, olivos, túnicas y demás parafernalia.
Y el cura, como no podía ser menos, henchido de satisfacción al contemplar su templo abarrotado. De hecho creo que eso es lo más parecido a un orgasmo (porque los curas no tienen orgasmos, claro) que un párroco pueda sentir.
Todo lo narrado anteriormente convertía esa procesión en algo distinto: una jovial y simpática representación de la triunfal entrada de Jesús en Jerusalén, la única procesión que no seguía un patrón establecido y dónde las risas e improvisaciones eran inevitables.

Pues bien, al parecer, de unos años para acá, la burra ha pasado a mejor vida y ha sido sustituida por una reproducción de escayola.
Se acabaron los jóvenes vestidos de apóstoles, las túnicas de colores, la afluencia masiva de padres enseñando a sus hijos en qué se diferencia un asno de un caballo, las madres orgullosas contemplando a sus hijos "apostolizados", la familia del Jesucristo saludando en cada esquina esperando contestación del que iba completamente acojonado, sentado de lado sobre su montura y haciendo equilibrios imposibles al acumularse el sudor de su trasero sobre el lomo del animal...

Era una procesión original, con su propia personalidad. Ni mejor ni peor que las demás, simplemente distinta... ¡hasta ahora! ¿Es que no quedan burros en éste país? Me refiero a los que andan a cuatro patas, claro.

Como es obvio, yo salí de pequeño en varias ocasiones con túnica y turbante, y más adelante de apóstol (de Pedro, como no), y ciertamente tenía la ilusión de poder llevar a mi futura hija algún día, para que desfilara portando su ramita de olivo mientras su madre y yo nos limpiábamos la baba sonriendo de oreja a oreja.
La grandeza que ese evento tenía para mí, era la total falta de organización, nada de cofradías ni cuotas, no había que rendir cuentas a nadie: el domingo salía el que le daba la gana.
A las once menos cuarto en el patio del colegio, cuando llegas cojes una palma te unes a la fila, y a caminar. Si llegas tarde, te reenganchas y si no quieres salir no pasa ni media: nadie te lo echará en cara...

 

(la continuación, el año que viene si Dios quiere)

 

 

El Silo

Qué abandonado tengo ésto...

Lo cierto (como muchos sabréis) es que he estado centrado en un trabajo. Concretamente en la decoración de un bar.
La cosa parece mucho más simple de lo que en realidad es. No es el primer bar que llenamos de madera y espero que tampoco el último. Pero éste tiene algo especial: es el bar de mis amigos.
No, no es que mis amigos reciban mejor trato que los demás (o sí), pero conozco de primera mano la historia de éste establecimiento, y sé que los que han promovido la idea llevan moviéndose más de tres años para conseguir inaugurarlo.
Parece increible, pero hoy en día es bastante complicado alquilar una antigua cuadra, que anteriormente era un almacén de trigo, y convencer a las autoridades competentes que no repararás en gastos para convertir esa estancia en una bodeguita coqueta y acojedora, restaurando y recuperando sus antiguas bóvedas, limpiando de tierra sus paredes de piedra, y respetando todo lo que tenga más de cincuenta años de antiguedad.
Esta gente tiene un talento especial para convertir un edificio olvidado en un establecimiento de éxito, con una decoración acertada, y que acaba siendo frecuentado asiudamente por todo el aficionado a la hostelería. Lo cierto, es que además de talento, poseen muchas otras virtudes entre las que se encuentra, como és natural, la entrega, el trabajo y todas esas cosas que son atribuidas a líderes políticos.

Además tienen a Rosa.

Pocas veces una palabra tan corta ha significado tanto. Rosa, como no podía ser menos, es la decoradora.
No es complicado trabajar con ella, lo cierto es que se trata de una persona encantadora, con una paciencia infinita y un gusto especial a la hora de realizar su tarea... pero como es natural, para obtener resultados óptimos, hay que adaptar sus gustos a los materiales que hay que utilizar y a la forma de trabajarlos, adivinar sus intenciones, traducir su lenguaje de revista "casa y jardín" al idioma que se utiliza en mi gremio, hacer muchas pruebas, muchas preguntas... en definitiva: tener una paciencia aún más infinita que la de ella.
Ahí es dónde entro yo.
Lo malo de trabajar para mis amigos dirigido por su decoradora es, como ya he mencionado, que hay que dedicarse en cuerpo y alma.
Lo bueno: el resultado.
Ver como una cuadra lleno de trastos, telarañas y escombros, se va convirtiendo en un sitio agradable y cálido; descubrir que la combinación de maderas nobles con viejas tablas de palets forma contrastes espectaculares; comprobar la importancia de desplazar diez centímetros un simple adorno para evitar sombras... todo ella me aporta una experiencia y satisfacción que otros no saben apreciar.


Yo no soy ni el más listo ni el más habilidoso en mi lugar de trabajo, pero sabía que era el indicado para ocuparme de ello. He acabado estresado y con una tonelada de papeleo acumulado, pero conozco a la perfección todo lo que hay montado y se que no habrá ningún problema. No quiero traicionar la fe que mis amigos han puesto en mí. Sé la cantidad de pasos (burocráticos en su mayoría) que han tenido que dar y me he volcado de lleno para conseguir el mejor resultado.

Esta semana se inaugura. Como tienen muchos amigos irá gente. Como es algo nuevo irá mucha gente. Como las consumiciones serán gratis irá muchísima gente.

Las felicitaciones serán sin duda para los que cogieron una estancia de una vieja casona del siglo XVII ubicada en el casco antiguo, y empezaron a soñar lo que podrían hacer con ella. Ellos cederán todo el mérito a Rosa, ella dirá que no hubiera sido posible sin los electricistas, albañiles, pintores, carpinteros, etc... todos nos reiremos, bromearemos sobre el tema, nos abrazaremos, y vomitaremos con tanta cursilería.
¡Pero qué coño!, ¡es totalmente cierto!

Estoy contento y muy satisfecho con el resultado y les deseo lo mejor. Llevo más de quince años trabajando para ellos y reconozco que siempre acabo quemado, pero a los pocos días me alegro de haberme involucrado. Consigo una excelente publicidad, agradecimientos mil y encima me pagan por ello: es la mejor forma de olvidarte de las complicaciones y quebraderos de cabeza.

También ayuda el fin de semana en Ruidera que nos pegamos Gabriel, Alberto, yo y nuestras respectivas: nada mejor que asar animales muertos en una buena chimenea y engullirlos como salvajes, acompañados de buen vino, risas, canciones y juegos de mesa para coger fuerzas y ser persona humana de nuevo.

Recuperadas las energías necesarias para afrontar mi próxima paternidad, prometo no abandonar tanto el blog.

 

 

Destripando a Kitt

Dentro de poco se estrenará la secuela, remake, refrito, o como lo quieran llamar, de “El Coche Fantástico” y, sinceramente, no albergo esperanzas de que me guste.

Para empezar, el cambio radical que le han pegado al coche:

 


 

No es que me disguste el Ford Mustang, pero lo cierto es que no tiene mucho que ver con el Pontiac original… ¿es que ya no se fabrican, o es que el nuevo modelo no sale en negro? Podían haber tomado nota de ésta web:

http://www.knightreplicas.com/database/default.asp

Lo dicho, tengo cierta desconfianza sobre el resultado final: fui al cine ilusionado, esperando rememorar a mis primeros héroes televisivos, para luego descubrir como Ben Stiller y Owen Wilson destripaban a “Starsky y Hutch”.
Me alquilé “Los ángeles de Charlie” y aún no me he recuperado de ese exceso de ridículo payasismo del que presumían las tres ángeles.
Y aunque “Corrupción en Miami” no llegó a disgustarme, reconozco que no es lo mismo. Cuando te has criado deseando perseguir narcos, conduciendo a toda hostia tu Ferrari blanco, escuchando a Phil Collins y enfundado en trajecitos de Armani, no aceptas que ningún Colin Farrel de pacotilla te sustituya. Joder, si no es Don Johnson que me pongan a mí, ¡que llevo veinte años haciendo cola!

Esto quizás sea lo mejor del coche fantástico: nadie aguanta al protagonista. No viste bien, es medio simple, incluso la única novia que tuvo, intentó matarlo en el primer capítulo.
Lo desangelado que lleva el coche, ni un triste Garfield de ventosas, ni un arbolillo perfumado de esos. Seguro que huele a chotuno dentro de Kitt: entre que Michael no se quita la chupa ni en pleno desierto y que siempre acaba peleando tirado por el suelo… porque Kitt es muy completo, pero no lleva ducha o lavadora de serie, y cuando va al camión están dos minutos de nada, así que no le daba tiempo ni a limpiarse los sobacos con una toallita de bebés.

Para mí que el Hasselhoff en esa época se bañaba menos que Torrente. Ahora comprendo por qué se hizo vigilante de la playa en cuanto pudo: tendría los pelos del pecho más acartonados que las sábanas de un adolescente.

Aún hoy cuando veo capítulos repetidos, todavía pienso “¡este tío es tonto!”, osea, llevas años conduciendo el cochecito que salta al pulsar el botoncito rojo del turbo y aún sueltas los grititos cuando aterrizas. Es como si cada vez que dejáramos nuestro utilitario aparcado en batería, soltáramos un “¡Yuhuuuuu…!

¡Si en cada capítulo saltaba como tres o cuatro veces...! No quiero ni imaginarme lo que Michael Knight haría si cruzara el centro en hora punta sin pillar atascos.

La serie me encantaba, aunque reconozco que ahora, con unos añitos más, no acabo de encontrarle fallos y situaciones absurdas. ¿Era realmente imprescindible la presencia de Devon? ¿Cuál era su función en la “Fundación por la ley y el orden”? ¿Se llevaba un sueldazo por transmitir las instrucciones a Michael? Lo cierto es que ni siquiera limpiaba el parabrisas de Kitt, para eso estaba Bonnie.

Y ahora que la nombro ¿Por qué los mecánicos siempre eran tías buenas? ¿Es imprescindible la foto de cuerpo entero en el currículo para hacer cambios de aceite y mirar presiones? ¿Ya existía la ley de paridad en USA cuando rodaron la serie?
Esos continuos cambios de personal… ¡cada tres por dos una operaria nueva! Se ve que Devon (que tenía pinta de viejo verde) intentaba abusar de ellas y se largaban; o lo mismo eran becarias, y acabaron trabajando para el “Halcón Callejero” con una suculenta mejora salarial.
Lo del taller rodante me da mala espina, seguro que estaban todos sin dar de alta, como los chinos de los talleres de confección. Y otra cosa: ¿quién conducía el camión? Seguro que no tenía ni carné. No, no me vengáis con lo de que tenía piloto automático como Kitt… en éste vídeo se ve claramente que el asiento del conductor disponía de unos “sospechosos” brazos:




No tiene que ser complicado conducir el Pontiac hasta meterlo dentro del camión vestido de esa guisa, y ya no digamos si el que conducía el camión también era un respaldo con brazos.

Lo que hubiera presumido éste carnaval con el disfraz de asiento de coche… ¡sobre todo cuando vieran por la calle un Xsara Picasso sin conductor!

En cualquier caso, está claro que el tener un coche que te habla, y que además razona o gasta bromas, es sin duda uno de los mayores atractivos de Kitt. Hoy en día, la gran mayoría de automóviles disponen de ordenadores de a bordo y te avisan de la falta de combustible, de los cambios de aceite, cinturón de seguridad, las puertas mal cerradas… y lo cierto es que acaba siendo un coñazo. Los coches no mantienen conversaciones lógicas, lo único que hacen es dar por saco. Cualquiera con dos dedos de frente hubiera desactivado a Kitt en cuanto nos hubiera dicho dos veces lo de “está sobrepasando el límite de velocidad”, “le queda combustible para 80 km…, para 70 km…, para…

Aparte de que los vehículos actuales no contemplan situaciones especiales: Hace poco llevaba un paquete pesado sobre el asiento del copiloto, y el puñetero ordenador no paraba de avisarme de que el acompañante no llevaba puesto el cinturón de seguridad, de hecho tuve que abrochar el cinturón en el butacón vacío… ¡como si fuera alguien disfrazado de asiento!
Y la de veces que he tenido que llevar el portón trasero entreabierto para transportar algún objeto voluminoso: “Maletero abierto… maletero abierto…” ¡¡Calla cansino!!, sé que no está cerrado, ¿o es que no te has dado cuenta que llevas un pulpo enganchado en el culo?
Eso también es curioso… nuestros coches nos hablan, cuatro estupideces al fin y al cabo, pero nos hablan. ¡Y nosotros les contestamos! ¿Seremos Michaels Knights frustrados?

Claro que yo no miro al cenicero de mi Picasso para contestar, no aparto la vista de la carretera. ¿Por qué el Hasselhoff se distrae cuando habla con el coche? ¿No tiene manos libres? Como le pare el sherif Lobo...

 

 

Leyendas Urbanas...

Todos hemos oído hablar sobre las leyendas urbanas, existen en todos lados y muchas de ellas no dejan de ser eso mismo, ¡leyendas!. Hoy voy a proceder a inventarme un relato basándome en una de esas historias de pueblo...

 

 

-¿Qué hiciste el servicio de voluntario en Cruz Roja? Entonces habrás estado borracho casi todo el año. ¡Si no salíais del bar ni aunque os llamaran para accidentes!

Es acojonante… siempre ha habido gente que se ha encargado de proporcionar una “excelente” fama a los voluntarios. Cierto es que, la típica lista de números telefónicos importantes, que suele haber colgada al lado del aparato en nuestro puesto de guardia incluía (aparte de los de Urgencias, Bomberos, etc…) los de varios bares. De hecho estaban apuntados para estar completamente controlados en todo momento, aunque estuviéramos tomando el café del desayuno: en esa época no había móviles.
Me cabrea mucho cuando alguien me contradice sobre algo que conozco perfectamente y generaliza sobre un tema que desconoce por completo. Santi es buena gente, pero a veces se pasa de listillo, no se puede asegurar algo sin haberlo contrastado, pero claro… tampoco se dedica al periodismo. Le contesto con talante y moderación:
-No tío, no sabes lo que dices… he tenido días en los que he atendido varios accidentes, aparte de los traslados hospitalarios de rutina. En verano nos hacíamos más de 700 kilómetros de media por guardia.
El muy imbécil mira al cielo se carcajea escandalosamente sujetándose la barriga. Se calma un poco, y acercando su cabeza y su olor a sudor rancio, comienza a relatarme sus razones para desconfiar de mis palabras:
-Mira Jose, hace unos años, mi jefe paseaba con su mujer e hijo por el barrio Salamanca. De repente, apareció la ambulancia de Cruz Roja a toda leche, con la sirena en marcha…
-…Iría a una urgencia.
-Espera. Pararon al lado, y empezaron a salir todos los voluntarios, borrachos hasta el culo, uno de ellos se sacó la polla delante de la mujer y empezó a meneársela delante de ellos, mientras cuatro o cinco más, vomitaban por toda la calle… ¡y el conductor!, el conductor llevaba tal mierda, que no se tenía en pié…

Lo miro con incredulidad… intento mantener la compostura. Después de lo que ha dicho, me cuesta un trabajo inhumano mantener las formas, lo cierto es que no me esperaba esa historia y es difícil no dejar escapar lo que siento. Se me empiezan a humedecer los ojos. Aguanta tío, como empieces a llorar de risa va a ser imposible convencerlo…

 

* * * * * * * * * *

Ocho años antes, en la oficina del puesto de carretera con mayor número de servicios realizados de toda la provincia:

Menuda mierda… ¡asco de vida!
Vaya mili gloriosa me estoy pegando.
Al menos ayudo a la gente… y alguna que otra vida habré salvado. Con lo bien que me lo pasaba en el cuartel, bromeando con los compañeros, dando barrigazos, pegando tiros, haciendo deporte, y callejeando a placer por las calles de Toledo… y me tuve que venir a mi pueblo a hacer más guardias que un tonto y a trabajar los días que libro.

Repaso mental de los días que ésta mili me ha puteado:
*Mi 19 cumpleaños cae en sábado: Guardia de conductor.
*Mi santo, que es festivo: Guardia de conductor.
*Romería de San Isidro, domingo: Escoltar carrera ciclista, de conductor.
*Feria del pueblo: Permiso, pero entró nuevo reemplazo y me tocó echarles una mano.
*Feria del pueblo vecino: Guardia de sanitario.
*Concierto de “Status Quo”: Guardia, de Jefe de Puesto.
*Fiestas del pueblo de mi madre: Escoltar carrera ciclista, de sanitario.
*Día de los Santos: Guardia, de Jefe de Puesto.
*Puente de la Inmaculada: Traslado especial los dos días festivos.
*Nochebuena: ¡Guardia de conductor!...

Don Tomás, el director, habla sobre el resultado del año, yo miro mi almanaque de bolsillo, en el que tengo tachados todos los días que he tenido servicios. Parece un tablero de ajedrez. Básicamente un día si, otro no. El gobierno redujo la duración del servicio militar y los reemplazos anteriores al mío se licenciaron seis meses antes. Nosotros también nos ahorraremos seis meses… ¡pero a qué precio!

Llaman por teléfono: Una emisora de radio me hace una entrevista en directo para ver cómo se presenta la noche para los que tenemos que trabajar en fechas tan señaladas. Contesto con amabilidad, aunque no puedo disimular cierta tristeza en mi tono de voz, aseguro al entrevistador que me resarciré en Nochevieja, que la tengo libre.

Miro por la ventana de la pared del fondo: me pareció ver un lindo gatito digo, el Citroën GS blanco de Pedro avanzando lentamente con las luces apagadas. Cierto… Fernández sale del asiento de al lado agitando una mano y mostrando un par de botellas de Ballantines en la otra. Me quedo blanco, abro los ojos como platos y empiezo a intentar disimular mi nerviosismo. Don Tomás, que se encuentra frente a mí, de espaldas a la ventana, lo nota.
-¿Qué has visto?
-Nada creo… me ha parecido ver un coche de moros en la parte de atrás.
-Ve hombre, ve. Y si van a acampar sácales unas mantas y ofréceles agua, el aseo… estará limpio, ¿no? Esa gente viene cansada, se recorren un montón de kilómetros para ver a su familia. Por Dios… ¡Y en Nochebuena!
-Ya, ya voy…

Mis amigos están locos. Han decidido cambiar la ubicación del guateque para que no pase la Nochebuena muerto de asco, y traen el maletero del GS a reventar de “provisiones”.
-No os molestéis… Merino y yo vamos a hacer barbacoa para cenar, en Urgencias nos han dicho que hoy es un día tranquilo y que hay dos ambulancias de guardia, que nos bebamos la sidra y no nos preocupemos.
-¡¿Barbacoa?! – a Pedro le encantan la “chasca”, el comer en el campo y asar cosas – Coño, me apunto… además, Merino es un tío de puta madre, fuimos juntos a BUP.
-¿Vas a dejar de cenar langostinos y jamón de pata negra con tu familia, por comer chorizos y chuletas asados en las cenizas de un palet, a varios grados bajo cero? ¡Tu estás loco!
-Si se va a molestar no…
-No, molestia ninguna: hay carne de sobra… éste tío es un animal comprando. Tú mismo, a las diez te esperamos.
Indico a mis colegas donde deben dejar las provisiones para no ser vistos y entro al puesto de guardia para coger agua y hacer el paripé de que los “moros sólo estaban perdidos y tenían algo de sed”.
-Me han pedido algo para el dolor de cabeza…
Don Tomás se levanta de la silla:
-Vamos a convencerlos de que se queden a descansar. Esa gente… ¡se van a jugar la vida por llegar unas horas antes…
Merino me sigue… se lo ha olido y tiene curiosidad por ver quien era.
-Deje Tomás, ya voy yo con Jose a ver cómo estan.

Todo perfecto, no hay pegas por su parte. Nos inventamos una excusa para que no se preocupen por el estado de “los moros”. El director y el presidente nos felicitan las fiestas y se despiden de nosotros. Nos dejan una botella de sidra y nos aconsejan que nos quedemos tranquilos: no suele haber jaleo estos días.

La una de la noche.
Se acerca un Renault 19 abarrotado de chavales. Solamente Pedro y yo disponemos de coche propio, con lo cual, han tenido que convencer al hermano de Andrés para que los traiga. Pedro cenó con nosotros y mi coche se ha quedado en casa de mis padres: para las guardias suelo traerme el Vespino.
Andrés abre un litro de cerveza, y su hermano se enciende un pitillo para acompañar la sidra que está tomando mientras los demás buscan acomodo y empiezan con los cubatas. Yo no puedo beber (mucho) por mi condición de conductor, así que le doy coba a una lata de cerveza.
Tengo 19 años. Hoy debería estar borracho y diciendo tonterías a alguna chica, pero teniendo en cuenta que me iba a pasar todo la noche viendo la tele y hablando con Merino, ésta se me antoja la juerga del siglo. Tenemos a un arrestado de no se qué pueblo con nosotros. Lo pillaron de guardia y bebido, y desde entonces hace todas los servicios en poblaciones lejanas a la suya. Se ha quedado dormido… bajó del tren tambaleándose. El muy mamón ha estado todo el día de juerga y ha llegado ocho horas tarde.

Fernández, David y Pedro se acaban de beber medio tubo de whisky “a la de tres”. Merino baila el twist con la fregona, Jesús está fumándose un peta con Antonio. Andrés abre su segunda litrona, y su hermano decide volver con su mujer e hijos.
-¿Vuelvo mañana a por ellos?
-No, déjalo… que los acerque el relevo con la ambulancia, de todas formas tenemos que ir al hospital a desayunar y dar novedades. Veremos si no tengo que llevar antes a alguno… jejeje

Las cinco de la mañana.
Hemos hablado de los viejos tiempos, nos hemos reído, cantado canciones de tuna… en fin, lo habitual en éstos eventos. Merino soltó la fregona hace un par de horas y se le ve sorprendentemente sereno. Mide cerca de 1,90 y pesa más de 100 kilos. Aguanta lo que se le venga encima. No puedo decir lo mismo de los míos, no metabolizan el alcohol de igual manera. La mesa está abarrotada de platos pegajosos por las copas derramadas, frutos secos variados, varias botellas de sidra, otras tantas de cerveza, licores varios y tres latas de mahou vacías. Además de la sidra que nos tomamos en la cena, me he bebido tres cervezas en toda la noche. Puede decirse que me he portado.
Suena el teléfono.
Afortunadamente es Miguel.
Miguel montó su propia fiesta con los amigos de su grupo de rock y nos llama para convencernos de que le hagamos una visita. Merino me invita a que me acerque. Me señala la autovía: no circula ni un triste coche.
-Yo me quedo aquí, recogiendo un poco… de todas formas si pasara algo, os echo el teléfono.

No acabo de estar muy convencido. Pedro apenas se tiene en pié y hay que olvidarse de ir en su coche. Lo ideal sería que fuera con la ambulancia: si tengo que salir a algún servicio urgente no tengo que volver a por ella.
Por otra parte no veo muy claro llevar de acompañantes en semejante vehículo a una panda de alcoholizados. Merino me sugiere que coja la antigua R-12 por lo que pudiera pasar. Es más razonable. Así lo hacemos.
Andrés es el que parece ir en mejor estado, con lo cual le dejo ir de copiloto. Fernández prefiere quedarse durmiendo la mona. El resto que se las apañe como pueda en la parte de atrás. Lejos de importarles, se pelean por ir tumbados en la camilla ¿Cuánto tiempo llevarán esas sábanas sin cambiar? ¡Bah!, tampoco creo que noten si están lavadas con suavizante.

-¿Andrés, era ésta calle?
-No recuerdo tío… yo creo que era la anterior, a ver si lo encuentras pronto, que me estoy meando como una persona mayor. Mira ese charco helado. ¡Haz un trompo, verás los de atrás!
Paso por encima del hielo y giro suavemente el volante mientras bloqueo el freno de mano. El coche hace un giro de 180º y oigo a cuatro tíos llamarme “cabrón” a viva voz. Me sonrío maliciosamente, Andrés se descojona mirando su vaso de cerveza del cual, inexplicablemente no se ha vertido ni una gota. Miro por el retrovisor y veo a mis cuatro amigos revueltos entre una maraña de sábanas de hospital, mientras Jesús se pelea con la camilla, que con el revuelo montado se le ha volcado encima. De repente empiezo a ver que uno de ellos se convulsiona. Los otros tres lo miran aterrorizados. Mierda… ¿qué le estará pasando?

Paro el motor e inmediatamente me bajo a abrir el portón trasero. Joder… era más grave de lo que pensaba. David está vomitando dentro de la ambulancia. Salen todos escopetados en plan “hombres de Harrelson”, mirándose los abrigos y buscando salpicaduras no deseadas.
En medio de todo el follón giro la cabeza y veo el culo de Andrés iluminado por el foco derecho de la ambulancia: decía que se orinaba como una persona mayor, y efectivamente, comienza a descargar los tres o cuatro litros de cerveza que llevaba en el cuerpo intentando apuntar sobre uno de los sumideros de la calle.

En medio de este cúmulo de incidencias que yo mismo había provocado, me encuentro con el hecho más sorprendentemente inesperado y extraño, que jamás me ha ocurrido en la vida:
Una pareja mayor, con un crío de siete u ocho años, dobla la esquina en dirección a nosotros, pisando la misma acera que mi amigo está “regando”. El hecho en sí, no me inquieta. Aún están lejos y Andrés ya lleva un buen rato a pleno chorro, así que le debe quedar poco. De cualquier manera, imagino que se darán la vuelta, o como mínimo, se cruzarán a la otra acera.
Observo la escena con atención, esperando alguna de las opciones. El tiempo se hace eterno ante semejante situación. Empiezo a tener la impresión de que mi amigo tiene la vejiga de un caballo porque sigue encharcando el suelo con igual o mayor intensidad y lo peor de todo es que el matrimonio debe estar ciego o siente una extraña, morbosa y escatológica curiosidad por las aguas menores de los adolescentes beodos. El caso es que llega un momento en el que el crío es literalmente salpicado por el torrente urinario de mi colega.
-Joder… ¡que me vas a mear al niño!
-Coño, pues que no se ponga en medio…
El trío sigue su camino sin apenas inmutarse, aunque él no deja de observar el resto del panorama: Pedro ha sacado las sábanas completamente manchadas, y comienza a sentir arcadas por el pestilente olor a vómitos que desprenden; David tose repetidamente, y escupe babosos e interminables hilos de saliva. Antonio se acerca a ayudar a Pedro mientras Jesús lo contempla todo fumándose un cigarro. Yo me echo al suelo detrás del coche para evitar que me reconozcan.

* * * * * * * * * *


…Ocho años después:

Hice bien en esconderme. Conozco al jefe de Santi y nunca me ha comentado nada. Qué poco objetivo es ese hombre: no llevábamos (afortunadamente) la sirena en marcha; el único que llevaba uniforme era yo, y para más INRI, el único que no hizo nada escandaloso. Por supuesto que me tenía en pie… ¡menuda noche me pasé limpiando las potas del David!
¿Quién sale a pasear con un crío a esas horas? Espero que no quedara traumatizado por la escena y/o la meada.

-Que no, Santiago, que no me lo creo. La gente es muy exagerada. Serían unos tíos que se habían disfrazado para carnaval…

 

 

(Los hechos narrados aquí son ficticios, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

Las cosas del naturismo

Las cosas del naturismo

Empezaré diciendo que no practico el nudismo de forma habitual, pero lo respeto. No me disgusta pasearme en bolas por mi casa, ni me asusta el tumbarme en la playa como Dios me trajo al mundo… eso sí, boca arriba (para evitar asaltos fortuitos de mandingas salvajes) y sobre una esterilla de esas de los bazares chinos, para que no se te queden “rebozaos” de arena los pelos del trasero o peor aún, el glande.

Aclarado esto, comienzo a despotricar: no entiendo a los naturistas… por más que me pongo en plan comprensivo, progre y enrollado, no alcanzo a comprender qué placer encuentran en hacer la compra con el badajo al aire, rozándo la punta de éste con las latas de espárragos “Carretilla”, mientras las moscas coquetean con los tarzanes del ojete.

Y no te cuento cómo te encuentres con el típico tío cariñoso que te dá un fuerte abrazo cada vez que te ve… ¡lucha de espadas a lo Jedi! (en algunos casos, más bien de espadines)

¿Y los que te cogen desprevenido por la espalda, y, tapándote los ojos te dicen aquello de “quién soy, quién soy...” En esos casos tienes que proyectar la pelvis hacia delante, para mantener tu culo a salvo de roces no deseados y hacer memoria cuánto antes, porque le puedes dar un ciruelazo a cualquier inocente que pase cerca.

Que nadie me venga con lo de que todos los nudistas son muy limpios. Los “ropistas” también lo somos, pero estoy seguro que hasta la mismísima Reina (perdone Majestad) se tira pedos.

Y no digamos sudar… me imagino el típico nudista-obeso (que los habrá) inflándose a paella y jarras de cerveza en la terracita playera de turno. Luego se tomará el café y el puro mientras transpira y gasea generosamente su asiento ¡¿Qué se hace con esa silla?! ¡¡¡Habrá que fumigarla al menos cuatro veces!!!

Esta conversación la he tenido un montón de veces con mi amigo Ramírez, nudista desde hace años. El se ríe y me comenta que es por mi educación, mi entorno, que no me siento cómodo con mi cuerpo y todo eso.

De hecho él se llevaba a sus dos hijos todos los veranos a un camping naturista, hasta que el mayor cumplió dieciocho y dijo que tururú, y la pequeña también decidió quedarse en casa esas vacaciones haciendo compañía a su hermano… se ve que tampoco se habían educado en el entorno adecuado, o también puede ser que el camping no estuviera bien acondicionado.

Me pregunto que hará un aficionado al nudismo cuando le venga uno de esos cuescos traicioneros que dejan “huella”… ¿las damas usan tampones? ¿se tiñen el cordelito? ¿se lo pegan con esparadrapo a… algún sitio? ¿un bebé en pañales se considera nudista? ¿o debe ir haciendo sus necesidades libremente? ¿si se da el caso, los padres deben llevar una bolsita para recoger las heces? ¿podríamos entrar a una zona naturista llevando pañales? ¿en caso opuesto puedo defecar en cualquier sitio siempre y cuando utilice la bolsita de rigor?


Mil preguntas de gran trascendencia me asaltan cuando se trata éste tema… En ésta ocasión, el detonante ha sido ésta noticia que he leído en http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=46054

Increíble… ¿es tan adictivo el nudismo? Creo que debería haber centros especializados para controlar el mono. Ya me imagino a la gente en las escaleras de acceso al vuelo, con los pantalones medio desabrochados, con el ciruelo balanceándose con los movimientos compulsivos del individuo que se despoja apresuradamente de su camisa mientras sujeta el equipaje de mano con los dientes.

“Los pilotos y las azafatas llevarán su atuendo habitual por razones de seguridad” ¿Es que no se está seguro en ese avión si vas desnudo? Se supone que ningún pasajero los mirará con lujuria, son gente habituada. ¿Será por si sufren una luxación de teta durante unas turbulencias? ¿o por si el piloto se la pilla con la palanca del freno de mano? Y ahora que lo pienso… no debe ser agradable abrocharse el cinturón de seguridad sobre el pubis: como se te enrede el “peazo” hebilla en el vello púbico, puede ser muy embarazoso pedir ayuda a la azafata.

Con el miedo que me dan los trayectos aéreos habitualmente… ¡cómo para ir en bolas! Suelo derramarme encima la bebida, mirar inquieto a todos lados, y sudar nerviosamente. Imagínense un avión con un par de tipos así, pero completamente desnudos. ¿Dónde está el placer de viajar?

Y bueno, no quiero imaginarme a Melendi en ese vuelo: un tio con rastas, piercings, borracho, agresivo… ¡y en pelotas! Como para lanzarte en marcha.

Menos mal que éste vuelo solo dura una horita. En el vuelo de cuatro horas que hice a Assuan, el que estaba sentado junto a mi mujer (yo cogí ventanilla) tenía sueño y cada tres por dos, se le caía la cabeza para uno u otro lado, con la boca entreabierta y un asqueroso hilillo de baba colgando por la comisura de los labios.

¡Brrrrrr! Sólo el pensarlo me dan escalofríos.

Y luego viene el aterrizaje. A ponerse el cinturón otra vez, a pillarse los pelitos con la hebilla, a pedir nuevamente ayuda a la azafata, y al final lo peor de los vuelos: A todo el mundo le entran prisas por bajar del avión cuando se llega al destino… se empujan, abren el portaequipajes poniéndote el culo o el paquete en la cara.

Imaginaos la escena: Un tipo agachado poniéndose los zapatos, mientras otro que viene brincando por el pasillo subiéndose los calcetines le pega un pollazo en la oreja; otra que te pone el chumino (sin ducharse desde la noche anterior) en las narices sacando su equipaje de mano. Con un poco de mala suerte sus pelitos se enredan en la montura de las gafas y se las lleva enganchadas, e incluso una de las patillas se gira caprichosamente y se mete… ¡ahí!; al que va delante de ti, se le cae el móvil mientras lo enciende, tu frenas, pero el de detrás te empuja y… ¡Zas!

En fín... creo que todo en éste mundo debe tener unos límites.

 

 

Lejos de mi intención está, atacar al aficionado nudista, sólo bromear un poco sobre ello.

 

La precampaña de Bardem

La precampaña de Bardem

Los actores no deberían meterse en política, o al menos esforzarse en escoger bien el momento y las palabras. Javier Bardem es un gran actor que admiro desde hace años y que de un tiempo a ésta parte comienza a ser mundialmente reconocido, de forma (a mi parecer) completamente justificada. Pero me temo que aprovecha entregas de premios para meterse en campos que se le resisten y en los que entra a saco sin estudiar convenientemente el guión:

 

Fuente: www.el-nacional.com

El actor español Javier Bardem se llevó el premio al Mejor Actor Secundario por su papel en "No Country for Old Men" en los Screen Actors Guild (SAG), premios entregados por el Sindicato de Actores de Estados Unidos.
Bardem, ganador del premio Globo de Oro por su personaje en la cinta de los hermanos Coen, allana así aún más su camino hacia el premio Óscar de la Academia de Hollywood, cuya gala está prevista para el 24 de febrero.
"Mis abuelos fueron actores en un tiempo en el que a los intérpretes no se les permitía ser enterrados en tierra sagrada, porque eran homosexuales y prostitutas.
Así que ha sido un largo camino hasta llegar aquí, y eso es algo que debemos agradecernos a nosotros mismos", afirmó Bardem entre aplausos tras recoger el galardón.

 

¿¡Mandeeeeee!?

Desconocía eso... claro, que yo soy muy joven, y no me he puesto a investigar si mis antepasados eran homosexuales o prostitutas. ¿Bardem quiere dar a entender que sus antepasados sí lo eran? ¿Y eso como se come? Si su abuelo era homosexual sería un poco complicado que tuviera hijos… claro, que si su abuela era prostituta…

Imagino que se refiere a la época franquista. Es una lástima que no conozca a ningún actor de la época para corroborarlo.

Al decir "tierra sagrada" ¿se referirá a los cementerios católicos? o ¿a las tierras de los “apaches” y los “arapahoes”...? ¿Dónde enterraban a las personas que tenían (por llamarlo de alguna manera) esas "peculiaridades" sexuales?

 

Tendré que preguntárselo a Javier. De paso me puedo interesar por sus abuelos…

 

A lo mejor se refiere a que los intérpretes eran tachados de comunistas y por eso no disfrutaban de ceremonia religiosa en sus entierros.

El mío no tuvo un entierro católico, entre otras cosas porque pertenecía al bando republicano, y además no era creyente… no obstante sus restos si que descansaban en el camposanto, y a posterioridad, su mujer e hijos celebraron la misa correspondiente. Dudo mucho que fuera lo que él quería, pero tengo entendido que era buena gente, así que se callaría para no disgustar a su familia.

 

Me pregunto que conclusiones sacarán los americanos de esas palabras… tampoco es que me preocupe demasiado, pero lo cierto es que se le puede sacar mucha punta a esa afirmación.

Lo dicho… los artistas no deberían lanzar manifiestos políticos, sobre todo cuando reciben premios. Les ceden muy poco tiempo para agradecimientos y cualquier proclama demagógica puede resultar precipitada y malinterpretarse.

 

 

La locura informática

 

En algún lugar de la Mancha, época actual… ZULU:

Hacía años que no me pasaba... posiblemente tres o más, y reconozco que estoy cabreado, ¡muy cabreado!.

Antes me resignaba: algo habré hecho mal: no debería haber ejecutado ese archivo sin verificarlo... no debería visitar esas páginas... debería conseguir un antivirus más potente...

Pero ahora es distinto, después de tomar mil y un medidas para evitar éstos problemas, sienta mal cuando ocurre de ésta manera. Todo va divinamente hasta que al puñetero hijo de Bill Gates le da por no arrancar después de uno de los rutinarios pantallazos de su criatura. Todo a tomar por saco. He perdido datos, pero afotunadamente no los suficientes como para tirarme por la ventana. Las copias de seguridad tienen sus ventajas, aunque me niego en redondo a vivir con el alma pendiente de un hilo por olvidar hacerlas a diario. Es más, soy despistado por naturaleza y alguna vez me acuerdo de que no las he hecho tumbado en el sofá de casa.

No ha sido así ésta vez, pero lo cierto es que algunos datos de menor relevancia se han perdido en las tripas de éste engendro lleno de cables y ventiladores... ojalá y le aprovechen.

Aquí al lado lo tengo, formateando... ¡que se joda!

En ésta ocasión ha ganado él, y yo ando aquí encorvado y encogido sobre el teclado de mi fiel portátil (también me dió guerra en su momento, todo hay que decirlo). A empezar de nuevo, y a rezar para que aguante un mínimo de otros tres años sin dar problemas, porque una cosa tengo muy clara: un problema en el PC hoy en día es perder varios días de tu vida en reinstalaciones de drivers y programas, recuperaciones de datos, actualizaciones y mil y una situaciónes estúpidas., pero volvamos atrás:

 

Martes, 17:00 horas ZULU

Tienes el Cad abierto, suenan los “Temple Pilots” en el winamp, el Ares funcionando a todo trapo, estás comprimiendo un archivo de 2 gigas, tres páginas en el Firefox, el programa de facturación, el word y el de cocinas. Te dispones a abrir el de presupuestos de armarios y… ¡pantallazo!. Mierda Bill Gates, ahora a esperar que reinicie…

"Windows no puede arrancar porque no encuentra o está dañado el tuputamadre.dll"… ¿Te lo he escondido yo? ¿Pero tú no eres un ordenador?, jodeeeeeer... ¡pues se más ordenado!

Empiezo a tener claro que el ordenador lo que hace es ordenar al usuario, en lugar de clasificar datos. Si, si... ordenar y mandar. Y tú claro, a obedecer.

"La restauración del archivo o la reinstalación de windows solucionaría el problema". Bien, eso me parece perfecto, pero suena a teoría de jubilado. Ya sé que hay algo mal que hay que arreglar, pero ¿cómo coño se restaura el puñetero archivo si no arrancas... ¡mamonazo!? ¿Tú te crees que si supiera hacer esas cosas usaría Windows? ¿Pero quién carajo escribe las ayudas del XP?

¿Y a cuento de qué me vienes dando por saco ahora? Avísame antes de pegar el castañazo. Coño, si no puedes tirar con dos programitas de nada, quéjate, pita, o ve más lento. Mándame al gilipollas del clip que sale molestando en el word, o que el perrito del buscador pegue unos ladriditos para advertirme de que estoy haciendo algo mal. Pero no me vengas ahora con que has perdido el archivo nosecuantos…

Podría extenderme sobre el sucesivo uso de "boot cfg", o "chkdsk", pero sería redundar sobre el mismo tema.

 

 

Miércoles, 09:00 Horas ZULU

Por fín te das por vencido, te rindes a la evidencia y decides finalmente reparar el XP, con la “original” copia que todos tenemos en nuestro poder con una mínima esperanza de recuperar los archivos que aún deben vagar ocultos por el disco duro. Me instalo el portátil y me lío a buscar algún programa en la red para ese fín... bién, este parece bueno, al "pendrive".

Continúan los problemas, con la reinstalación del XP, mi amigo no reconoce el "pendrive". Maldita sea... ¡lo que no reconoce son los puertos USB! Pero los drivers están instalados. Bien, los reinstalaré desde el adminsitrador de dispositivos… ¡¿Cómo que los busque yo?!... pero Jodío, ahí tienes el disco, busca tú que eres más rápido y sabes… ¿lo que buscas?

Nada, mejor lo grabo en un disco y me dejo de dar palos de ciego… ¡mierda!, el portátil no graba DVDs, ¿de dónde saco un CD ahora? Si eso ya no se lleva… espera, tengo discos regrabables en el equipo del coche, borro uno y ya está.

Ahora a pasar la herramienta para recuperar archivos… bien, esto funciona, solo tengo que esperar una hora y media, justito para después de comer.

Para redondear el día, me encuentro la puerta del garaje bloqueada… ¡una vez más!

 

 

Miércoles, 15:30 Horas ZULU

El programa ha terminado de rescatar datos, nada del otro mundo… he perdido toda la música, lo cual no es problema ya que la tengo en casa, todas las fotos personales (también las tengo en casa), y todas las relacionadas con el curro, de las cuales tengo sin copiar las de un par de encargos recientes. A cambio puedo recuperar un montón de cartas y diseños 3D. Bien, dado que no puedo usar el USB tendré que copiarlas a DVD, pero el PC se resiste a reconocer que la unidad graba DVDs además de CDs… bueno, habrá que borrar otro disco mp3.

No será necesario, o mejor dicho, no será posible… el software de grabación no funciona correctamente, pero como premio un mensaje dentro de una ventana me sugiere conectarme a Internet para solucionarlo. Y digo yo… ¿cómo? ¡Si tu mismo me has dicho que no reconoces los USB… ¿es que no sabes donde tienes conectado el router? ¡La ayuda de windows es maravillosa! De hecho en ésta ocasión me dan ganas de imprimirla para usarla de papel higiénico, pero ¡oh, maldición!, ¡tampoco reconoce la impresora!

Tranquilidad Cetor… tú eres el hombre, éste cacharro no tiene huevos, Bill Gates los tendrá pero muy pequeños, además, seguro que el se pajea viendo fotos en un Macintosh. Saca tu lado cafre, y déjate de delicadezas. Ya lo noto, creo que siento el poder, utiliza la fuerza Luke, y si puedes, utiliza también la mala leche que Dios te ha dao…

¡¡Al carajo!! ¡Que le den por culo! Tienes los datos contables, ¿no? Se va a enterar éste de quien soy. A formatear se ha dicho. Si hace falta vuelvo a Madrid a hacer las fotos, reescribo las cartas y me invento lo que no pueda recuperar, paso de quemarme… prefiero quemar el disco duro.

Como diría Joaquín Prats o King Africa: ¡A formateaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrr!

 

Es alucinante, Mr. Deditos habla de lo fantástico de la era tecnológica y no le quito razón, pero no deja de sorprenderme lo indefensos que nos quedamos en cuanto falla algo. Aún en el caso de que hubiera podido recuperar todo, me hubiera tocado formatear y reinstalar todo igualmente, con la consiguiente pérdida de tiempo. Y no me puedo quejar: en mi ocupación sigo atendiendo a clientes y proveedores para hacer más soportables las esperas de las instalaciones, y si es necesario, aún guardo papel cuadriculado para los diseños en 3D hechos a mano alzada… pero en una entidad bancaria, en un estudio de arquitectura, o en cualquier oficina te puedes tomar el día libre mientras ponen a punto un equipo.

Mi relación con la informática comenzó a los 13 años con un spectrum de 48 k, la interrumpí a los 18 después de aprender BASIC y comenzar a desenvolverme en MSdos. Luego la retomé con fines laborales 10 años después (en mi trabajo nunca ha sido importante el ordenador, aunque últimamente empieza a ser imprescindible), y hay dos cosas que tengo muy, muy claras respecto a los ordenadores:

-Te roban muchísimo tiempo

-Y Bill Gates es un cabronazo

 

Moraleja: Si de veinte ordenadores, en uno no guardas los datos importantes en una partición segura, ¿adivina cuál te va a dar el susto?

 

Y digo yo… ¿por qué los marines americanos añaden lo de ZULU a la hora y el día?